Cuando me convierto en dios
¿Te ha pasado que las cosas nos salen como esperas? Entonces, la queja es lo primero que sale: “¡¡¡Por qué me pasa esto!!!” En lugar pensar antes de actuar, muchos y me incluyo, solo reaccionamos por instinto. Mi mentor me dijo una vez: “Cada uno elige ser termómetro o termostato” y la pregunta obvia es: ¿Cuál es la diferencia? Pues el termómetro simplemente mide la temperatura y cuando es mayor a su capacidad de medición solo explota y el mercurio se derrama. El termostato controla la temperatura, impide que suba más allá de su límite.
Las circunstancias y los cambios son lo único seguro en la vida; unos a favor o en contra, pero llegarán inevitablemente. Sin embargo, al actuar razonadamente = termostato o reaccionar instintivamente = termómetro se mostrará la verdad de nuestro corazón: Dios gobierna mi vida o yo soy dios de mi vida.
Cuando viene la queja por los cambios es como que le digas a Dios: “¡Qué paso acá! Yo pude hacerlo mejor que tú. Este no era MI plan.”
Tardé años en comprender que cada cambio está dentro del maravilloso plan arquitectónico y perfecto de Mi Creador. Su ingeniería es infalible. “Además, sabemos que, si amamos a Dios, Él hace que todo lo que nos suceda sea para nuestro bien. Él nos ha llamado de acuerdo con su propósito.” Rom. 8:28 (NBV)
Soy salvadoreña y tenía 18 años; en mis planes estaba estudiar teología en Guatemala y tenía beca completa; pero mi mamá dijo: “No, irás a la universidad y te graduarás.” El contexto de mi historia, allá por el 2004, era una familia con divorcios, muertes repentinas y ningún graduado universitario. Todo a medias. Como una adolescente apasionada y con un llamado claro pensé que mi mamá tomaba una decisión equivocada y en contra de la voluntad de Dios.
Me gradué de la Universidad y en mi primer trabajo (un ministerio) Dios restauró mi vida, conocí al que es hoy mi esposo, nos casamos, conocí allí a mi futuro jefe, pastor y mentor hasta hoy. Cambié de trabajo 2 veces más y como profesional Dios me ayudó con uno de mis mayores retos, nació mi hija y hasta hoy tengo el trabajo que anhelé cuando tenía 15. Sin embargo, cada lugar y etapa transitada me dejó mejor entrenada para lo que hago hoy.
Hoy tengo 39 y mientras te escribo estas líneas puedo decir que “SOY UNA MUJER PLENA”. Antes me quejé, y le dije a Dios que se había equivocado por la familia en la que nací. ¿No sé si solo yo he dicho eso? Sin duda, la mejor decisión fue obedecer a mi mamá aún a regañadientes. En Dios no existen los desvíos de plan, solo los propósitos, procesos y enseñanzas que suceden en cada cambio.
Es Dios quien permite ciertos cambios en tu vida. Suelta el control. Si tu fueras el dios de tu vida, te aseguro que tu final será todo, menos un final feliz.
Escrito por Jazmín Castellón.
- Posted by Planeta Girl
- On agosto 31, 2020
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