En medio de la oscuridad, brillemos con la luz de Cristo
»Nadie enciende una lámpara y luego la esconde o la cubre con un cajón. Al contrario, la pone en alto para que alumbre a los que entren en la casa. 34 Tus ojos son la lámpara de tu cuerpo. Si tus ojos ven con claridad, toda tu vida se llenará de luz. Pero si al ver hay confusión, toda tu vida estará en tinieblas. 35 Procura que la luz que hay en ti no sea tinieblas. 36 Por tanto, si todo tu ser está lleno de luz, sin que haya ninguna parte en tinieblas, verás todo claramente, como cuando una lámpara te alumbra con su resplandor». Lucas 11:33-36
Recuerdo un día en el que estaba de vacaciones y junto con mi esposo salimos en el auto a recorrer de noche una zona del Sur de Chile, íbamos por un camino muy solitario y oscuro, lo único que iluminaba ese lugar eran las luces del auto, en un momento nos detuvimos, y mi esposo apagó completamente las luces, esa sensación fue muy extraña, me sentí vulnerable, estaba tan oscuro, que por más que abrí mis ojos no logrè ver nada, solo miraba hacia al cielo y podía ver la claridad de la luna, pero solo en altura, ya que donde estábamos nosotros estaba completamente oscuro.
Cuando medito en esta palabra me hace mucho sentido, porque cuando estamos con la necesidad de luz, no la encendemos para luego guardarla, la luz fue creada para iluminar, esta permite que los objetos puedan ser visibles cuando todo esta en oscuridad, por lo tanto, algo tan útil, en un momento de necesidad, no se puede ocultar. Esta debe ser expuesta para que cumpla su función y así iluminar donde todo está oscuro.
Nuestros ojos son la lampará de nuestro cuerpo, así nos enseña la palabra, si nuestros ojos ven con claridad, todo nuestro interior será inundado de luz, pero si nuestro mirar está empañado e impide que veamos bien, toda nuestra vida estará en tinieblas. ¡wow!
Al recibir el Evangelio de Cristo fuimos iluminadas con su maravillosa luz, estábamos en oscuridad, y el nos sacó de ese lugar para llevarnos a su luz admirable, y no podemos quedarnos solo con haber recibido esa luz, sino que tenemos que vivirla, para que de esa forma otros puedan ver a través de nosotras y glorificar a nuestro Padre Celestial.
Ahora, cuando esa luz llega a nuestras vidas, querrá iluminar cada parte que hay en ella, si nuestra mente y nuestro corazón admiten la luz del Evangelio sin ninguna reserva y quedan llenos de ella, no tendrán ninguna parte ni lugar para las tinieblas.
Si nuestro ojo, nuestra mirada esta sana, toda nuestra alma lo estará también, esto si se dirige solo a la verdad y esa mirada procede de un corazón que anhela hacer la voluntad de Dios, todo nuestro cuerpo, todo nuestro ser será iluminado por esa luz.
Aunque ustedes antes vivían en tinieblas, ahora viven en la luz. Esa luz debe notarse en su conducta como hijos de Dios. Efesios 5:8
La luz que somos debe transparentar nuestras conductas, nuestras acciones deben transmitir luz a quienes nos ven, el Evangelio penetra donde hay puertas y ventanas abiertas para recibirlo, por eso debemos procurar ser transmisoras de él.
Pero si el ojo no esta sano, y mira de manera incorrecta, ve borroso o doble, no es de extrañarse que en el interior de la persona haya tinieblas, Por eso Jesús nos advierte: “Procura que la luz que hay en ti no sea tinieblas”.
Debemos ser sinceras y honestas en nuestra búsqueda de Dios, en nuestra búsqueda de la verdad, con un corazón anhelante de recibir las instrucciones que el Padre nos enseña ya sea directamente o por medio de las personas que él utiliza para guiarnos, un corazón sin obstáculos y una mente sin prejuicios, recibir el amor y el poder de sus verdades divinas.
¡No seamos como aquellos hombres a los cuales Jesús predicaba en esa época! Que solo escuchaban, llenaban su mente de conocimiento, pero no deseaban conocer y hacer la voluntad de Dios, no estaban dispuestos a llevar a cabo la obra de Cristo, ni poner las palabras de Cristo mismo en práctica.
No es de extrañarnos que estos hombres caminaran en tinieblas…
Examina tu corazón, examina tu vida, procura que esa luz que hay en ti, no sea en realidad tinieblas, deja que la luz de Cristo te ilumine, trayendo claridad y verdad en cada rincón de tu vida, que no haya ningún rincón oscuro, entonces toda tu vida será radiante, como si un reflector te llenara con su luz.
Que esa luz admirable no solo te ilumine a ti, sino que, por medio de ti, muchos puedan experimentar esa hermosa luz que disipa toda oscuridad.
Brillemos…
Karen Quiroz
- Posted by Planeta Girl
- On junio 23, 2019
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