Ha sido un mes de varias celebraciones, estuve de aniversario de matrimonio y personas cercanas también han celebrado sus aniversarios o están por celebrar, entre ellos discípulos cercanos. Es inevitable comenzar a recordar el proceso vivido (y lo menciono porque con varios estuve muy de cerca), me alegra ver la obra de Dios por medio del amor.

Junto con esto se vino a mi cabeza la palabra “compromiso”, cuándo conocemos a alguien y en nuestro corazón nace esa certeza de que con esa persona quieres pasar el resto de tu vida, y junto con eso vemos como Dios confirma colocando paz en los corazones no sólo de los involucrados, sino de quienes los rodean, y viene ese deseo inmenso de dar el gran paso… Asumir un compromiso.

El compromiso es una acción seria, en donde demuestras a la persona que amas tu amor en fidelidad, comprensión en todo tiempo, en cualquier circunstancia. Cuando decides comprometerte en matrimonio es más fuerte aún, porque te comprometes a pasar toda tu vida con esa persona, sin importar lo que toque vivir, si hay salud o enfermedad, si hay provisión o si no la hay, te comprometes a ser fiel.

Compromiso es el sentimiento de que se está obligado a seguir un curso de acción o alcanzar un objetivo o meta en particular, como resultado, se limita en la acción la “libertad” de elección, como el número de alternativas posibles.

Cuando asumimos un compromiso, deberíamos tener la obligación de cumplir el objetivo por el cual asumimos ese compromiso.

Nos es tan fácil asumir compromisos de cualquier tipo, por ejemplo, una salida, planificar vacaciones, compromisos de amistad, pagos de cuentas, ser excelente en el trabajo para lograr un ascenso, compromiso. Y muchas veces se falla también en aquellas cosas.

¿Cómo está nuestro compromiso con Dios? ¿realmente asumimos un verdadero compromiso?

Lucas 9:57

Yendo ellos, uno le dijo en el camino: Señor, te seguiré adondequiera que vayas. Y le dijo Jesús: Las zorras tienen guaridas, y las aves de los cielos nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza. Y dijo a otro: Sígueme. Él le dijo: Señor, déjame que primero vaya y entierre a mi padre. Jesús le dijo: Deja que los muertos entierren a sus muertos; y tú ve, y anuncia el reino de Dios. Entonces también dijo otro: Te seguiré, Señor; pero déjame que me despida primero de los que están en mi casa. Y Jesús le dijo: Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios.

Aquí vemos un claro ejemplo de falta de compromiso, a simple vista se ve que estos hombres quieren seguir a Jesús, pero en el momento de saber las condiciones, desisten, también hubo otros que mostraron entusiasmo en seguirlo y a simple vista se veía como que había compromiso, pero, prefirieron hacer lo que tenía que ver con sus quehaceres personales o familiares antes de seguir a Cristo.

El compromiso es una actitud fundamental para el buen cumplimiento de la misión cristiana en el mundo.

“Sin compromiso, es imposible seguir a Cristo como discípulos”.

Lucas 14:25-27

Grandes multitudes iban con él; y volviéndose, les dijo: Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo. Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo.

El compromiso requiere renuncia, si nos comprometemos para casarnos, asumimos ser fieles, amar con defectos y virtudes, ir en pos del compromiso y enfrentar lo que venga con esa persona permaneciendo juntos en todo tiempo.

¿Con Cristo, estás realmente comprometida?, ¿se ha pagado el precio de la renuncia?

Analicemos si realmente estamos comprometidas con Cristo, si realmente estamos dando la medida del discípulo, aquel que se niega a sí mismo, que a pesar de las dificultades que viva permanece en Cristo, que está dispuesta a renunciar a sus deseos o a lo que quiere para comprometerse con lo que Dios quiere, una persona que quiera mostrar en todo a Cristo dejando de aparecer.

¿Queremos ser discípulos? ¿estamos dispuestas a tomar este compromiso?

Por Karen Quiroz