Heridas que sanan
Yo les he dicho estas cosas para que en mí encuentren paz. En este mundo van a sufrir, pero anímense, yo he vencido al mundo. (Juan 16:33 NBV)
Jesús fue profundamente sincero al mencionar que mientras estemos viviendo en la tierra, experimentaríamos el sufrimiento en algún momento y en algún grado, esto es: enfermedades, pérdidas de seres queridos, problemas, desilusiones y un sinnúmero de otras vivencias, todas, producto del mundo caído en el que vivimos.
Sin embargo, no solo nos dio una “cuota de realidad”, sino que nos prometió que en él y solamente en él, encontraríamos paz: »Les dejo la paz, les doy mi paz; pero no se la doy a ustedes como la da el mundo. No se angustien ni tengan miedo. (Juan 14:27 NBV).
No obstante y aunque nuestro corazón confíe plenamente en el Señor, una y otra vez nos veremos inmersas en dolorosos procesos.
Alrededor de mis 17 años de edad, mi madre sorprendió en adulterio a mi padre, razón por la cual se produjo el quiebre en su relación matrimonial y posterior separación. Esto fue un golpe durísimo para toda la familia. Mi madre cayó en una profunda depresión, mi padre trató de quitarse la vida y mi hermano tuvo serios problemas en su carácter y comportamiento.
Por mi parte sufrí gran angustia, incertidumbre y odio en mi corazón hacia mi padre. Ver llorar y llorar a mamá me partía el corazón, por ello llegué a aborrecer a papá y por ende responsabilizaba de todo lo malo que nos estaba ocurriendo.
Con la separación vinieron problemas económicos, dificultades en los estudios y muchas cosas que tuvimos que enfrentar.
Solo gracias a la misericordia y amor del Señor, él salió a nuestro encuentro y nos atrajo hacia sí. Al cabo de un tiempo, Dios restauró nuestra familia, también restauró la confianza y amor por mi padre y nos devolvió la armonía familiar, proveyendo así, paz que sobrepasa todo entendimiento.
Es probable que tú, al igual que yo, hayas sufrido con la separación de tus padres, o bien has sufrido por otras circunstancias, quizás aún mucho peores.
Pero ¿Y si tus heridas sirven para sanar?, ¿Cómo así, me preguntaras?
Sí, tus heridas pueden servir para contribuir a la sanidad de muchas jovencitas, que al igual que tú, han vivido o están viviendo el día malo.
En esos momentos de pruebas, a todas nos cuesta oír la voz de Dios, por ello: ¿qué tal si tú te transformas en un canal que manifiesta el amor, cuidados y la voz del Padre, para aquellas chicas que más lo necesitan?
Tú eres una que sobrevivió al proceso, por lo cual tienes toda autoridad para alentar en fe a otras chicas, puedes caminar junto a ellas guiándolas hacia Cristo, recordarles las promesas de Dios, o bien tan solo sentarte a oírlas, orar juntas y secar sus lágrimas. Utiliza tus propias heridas como testimonio.
Tú, ya pasaste la prueba, sabes lo mucho que se sufre, conoces los sentimientos y emociones que te embargan en el día de prueba, entonces, puedes utilizar tu testimonio para animar a otras.
Tus propias heridas pueden sanar a las chicas. ¿Qué estas esperando?
Sabemos que si amamos a Dios, él hace que todo lo que nos suceda sea para nuestro bien. Él nos ha llamado de acuerdo con su propósito. (Romanos 8:28 NBV).
Por Elizabet Ana Cornejo Gajardo
- Posted by Planeta Girl
- On octubre 21, 2019
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