Muchas mujeres crecemos siendo las hermanas mayores y desarrollamos la fastidiosa tendencia de querer dar órdenes. Así era Marta, acostumbrada a tener el control y que todo salga perfecto.
Marta, María, y Lázaro se destacaban por ser hospitalarios, ya que este era un requisito social en la cultura judía. Marta era una mujer detallista, deseaba agradar con su servicio, y hacerlo todo bien; pero a menudo cuando nos esforzamos demasiado por querer hacer todo bien y cumplir con todos, podemos incomodar con nuestras actitudes a los que están a nuestro alrededor.

Sucedió así en …
Lucas 10:38-42 “Mientras iba de camino con sus discípulos, Jesús entró en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. Tenía ella una hermana llamada María que, sentada a los pies del Señor, escuchaba lo que él decía. Marta, por su parte, se sentía abrumada porque tenía mucho que hacer. Así que se acercó a él y le dijo: Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sirviendo sola? ¡Dile que me ayude!Marta, Marta —le contestó Jesús—, estás inquieta y preocupada por muchas cosas, pero sólo una es necesaria. María ha escogido la mejor, y nadie se la quitará.”

¿Somos Martas ocupadísimas con muchos pendientes? O ¿somos las Marías sabias que se sientan a escuchar a Jesús y ser sus discípulas?

Cuando somos Martas nos cuesta relajarnos, nos frustra que otros no tengan las mismas prioridades que nosotras, y no disfrutamos de nuestro invitado Jesús, aun con todo Jesús fue paciente con Marta y le enseñó que sus prioridades, aunque eran buenas, no eran las mejores.
Evaluemos nuestras actitudes, ¿Por qué lo hacemos? ¿Cuál es nuestra motivación? con Eclesiastés 2:11 “Consideré luego todas mis obras y el trabajo que me había costado realizarlas, y vi que todo era absurdo, un correr tras el viento, y que ningún provecho se saca en esta vida.”

A veces estamos tan ocupadas con nuestra vida, que nos olvidamos de lo verdaderamente importante. Nos olvidamos de que Dios no nos llamó a ser todo, para todos.

En Juan 12:1-11 vemos a una Marta que continuaba sirviendo, pero que entendió que la verdadera adoración comienza por guardar silencio y escuchar a Jesús. En Juan 11:27 Marta demuestra ser una mujer de fe; esa es la repuesta que Jesús espera de nosotras.

Jesús continua diciéndonos hoy: ¿Por qué te preocupas tanto? Preocúpate menos, ora más. Mateo 6:25-34 “Por eso les digo: No se preocupen por su *vida, qué comerán o beberán; ni por su cuerpo, cómo se vestirán. ¿No tiene la vida más valor que la comida, y el cuerpo más que la ropa? Fíjense en las aves del cielo: no siembran ni cosechan ni almacenan en graneros; sin embargo, el Padre celestial las alimenta. ¿No valen ustedes mucho más que ellas? ¿Quién de ustedes, por mucho que se preocupe, puede añadir una sola hora al curso de su vida? »¿Y por qué se preocupan por la ropa? Observen cómo crecen los lirios del campo. No trabajan ni hilan;  sin embargo, les digo que ni siquiera Salomón, con todo su esplendor, se vestía como uno de ellos. Si así viste Dios a la hierba que hoy está en el campo y mañana es arrojada al horno, ¿no hará mucho más por ustedes, gente de poca fe? Así que no se preocupen diciendo: “¿Qué comeremos?” o “¿Qué beberemos?” o “¿Con qué nos vestiremos?” Porque los *paganos andan tras todas estas cosas, y el Padre celestial sabe que ustedes las necesitan. Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas. Por lo tanto, no se angustien por el mañana, el cual tendrá sus propios afanes. Cada día tiene ya sus problemas.”

Enfócate en hacer aquello para lo que Dios te creó, para tener amistad con Jesús. Escoge la mejor parte como María, y recuerda que una vida ocupada no siempre significa una vida productiva. En el mundo se nos enseña que mientrás más hacemos, más exitosos somos, pero Jesús nos enseña que todos tenemos un propósito específico, tenemos el potencial de convertirnos en discípulos de Jesús, Dios no hace acepción de personas, no existen limites al momento de construir una relación con Dios.