Somos morada de Dios
“En quién también vosotros sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu”. Efesios 2:22
Nuestras vidas estaban vacías y sin sentido antes de conocer a Cristo, muchas heridas, rencores, errores, pecados, caminaban con nosotras y nos hacían enfrentar nuestra vida sin saber qué pasaría.
Lo hermoso fue cuando conocimos a Cristo, nos dio una nueva razón de ser, nos lavó, perdonó, redimió y trazó un destino totalmente distinto al que pensábamos. Ya no fuimos personas comunes y corrientes, nos transformamos en una morada, en una casa, donde la persona más importante que la habitaría sería el Espíritu Santo.
Si nos ponemos a pensar en que somos moradas donde el Espíritu Santo habita, nada más debería acompañarlo, ¿Por qué pensar que habrá más de un habitante en aquella morada?.
Una morada es un lugar donde se habita. La palabra en griego para morada en este verso significa «una residencia permanente, «Todo cristiano conoce que Dios no habita en templos hechos por manos de hombre o en edificios”. En vez de eso, nuestro Dios ha escogido vivir en vasijas humanas, esto es, en los corazones y los cuerpos de su pueblo. Todos los que están en Cristo forman este templo, su habitación, su residencia permanente.
El Señor está en todas partes; su presencia llena todas las cosas. Pero de acuerdo con su palabra, Dios mora en su pueblo.
Un comentarista Bíblico comenta: “Estos no son meramente miembros de la familia, sino en realidad una parte de la casa de Dios”.
No sólo somos parte de la familia de Dios, sino que somos parte de su casa, una morada, templo de Dios donde el Espíritu de Dios habita.
¿No se dan cuenta de que son el templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en ustedes? 1 Corintios 3:16
Si Dios mora en nosotras, nuestro trabajo es mantener esta morada libre de cualquier cosa que la quiera deteriorar, ensuciar, dejar la basura lejos de casa, que cada habitación esté limpia sin nada oculto, no acumular cosas que con el tiempo son estorbos y no ayudan a nada.
En una oportunidad en que me estaba cambiando de casa estaba embalando y me di cuenta de cuanta basura, y objetos inútiles guardamos en casa, a medida que pasa el tiempo, limpiamos pero, así mismo los papeles se vuelven a acumular, muchas cosas se transforman en basura.
Boté muchas cosas, que sólo ocupaban los espacios y no dejaban que otras realmente útiles pudieran cumplir la función para lo cual las habíamos comprado.
Lo mismo ocurre con nosotras como morada espiritual, muchas veces nos llenamos de basura, de sentimientos dañinos que lo único que hacen es ocupar el espacio que le corresponde al Espíritu Santo, y eso impide que nos veamos limpias y hermosas.
Es tan agradable cuando nuestra casa está recién aseada, todo limpio, cada cosa en su lugar, con un ambiente fresco, piso, muebles, ropa de cama, todo limpio, un ambiente grato, donde todos queremos estar, a nadie le gusta vivir en medio de suciedad y basura, he visto como hay personas que acumulan cosas, y llenan cada espacio de sus casas con artículos que compran o recogen que ni siquiera utilizan, sólo acumulan y acumulan, finalmente, terminan viviendo en medio de la basura sin que haya espacio para nada más, ni siquiera para que lleven una vida normal, hay un problema más profundo, vacíos interiores que quieren llenar, una vida sin Cristo carece de todo sentido.
Hagamos un aseo general, profundo en nuestras vidas y mantengamos esa limpieza, botemos esas boletas que ya están con fechas antiguas que lo único que hacen es llenar los cajones de basura, no atesoremos cosas creyendo que las ocuparemos en el futuro, cuando la realidad es que nunca más las ocuparemos. Finalmente se ponen viejas y después no le sirven a nadie.
Despojémonos de todo lo que impide la fluidez del Espíritu, de todo lo que nos quita la libertad, de toda amargura, y basura que estorba el trabajo de Dios en nosotras.
Saquemos el orgullo, envidia, celos, contiendas,
falta de perdón, enojo, rencores, enemistades, cualquier obra de la carne que
es contra el Espíritu.
Limpiemos nuestro hogar, hagamos de él un lugar
fresco, espacioso, sin cúmulos de cosas inservibles.
Que el fruto del Espíritu se haga manifiesto en cada una de nosotras, produciendo paz, gozo, amor, benignidad, fidelidad, bondad, humildad
Seamos una morada hermosa para Dios.
Hay una canción que dice lo siguiente:
Yo soy tu casa, tu morada, tu hogar
Cambia las cosas de lugar
Tienes libertad aquí, Espíritu santo, Espíritu Santo
Este lugar es todo tuyo, mi corazón es todo tuyo, haz tu morada
Tu perdón es completo, Él sana mi alma
Yo soy tu casa, tu morada.
Agradezcamos al Señor, porque hizo de nuestras vidas su morada, porque habita en nosotras. Que la gracia de Dios nos ayude a mantener esa morada limpia, sin estorbos ni basuras que impidan la obra del Señor en cada una de nuestras vidas.
Por Karen Quiroz
- Posted by Planeta Girl
- On diciembre 16, 2019
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