A todas nos es familiar la expresión “Tu media naranja”  ¿Dónde nace esta expresión?

{Platón, en el año 380 A.C., escribió la obra «El banquete»,  en la que Aristófanes, uno de los personajes basado en el dramaturgo de mismo nombre, hace un discurso en el que explica que los seres humanos, en un principio, eran andróginos y con forma esférica como las naranjas; teniendo un mismo cuerpo y dos caras opuestas formando un hombre-mujer.

Debido a un castigo divino del dios Zeus, estos seres andróginos fueron partidos en dos, quedando desde entonces separados y a la búsqueda permanente de su otra mitad}

Si bien es una obra literaria, en la actualidad vemos como muchas jovencitas transitan por la vida “buscando y buscando” su media naranja, desperdiciando años preciosos, viviendo vidas amargadas, llenas de envidia y frustración, siempre anhelando ser completadas por alguien.

¿Sabes cuál es el problema con esta filosofía? Es que te enseña que tú estás incompleta y que solo al encontrar a “tu media naranja” recién y solo recién podrás ser completamente feliz y plena, poniéndote a ti y tus necesidades en el centro, sin embargo el Señor nos enseña que él es quien lo llena todo y en todos (Efesios 1:23) y que la vida cristiana se vive para Dios y no para nosotras mismas (Filipenses 1: 21).

Cuando conocemos a Jesús como nuestro Señor y Salvador y su evangelio se revela a nuestra vida, es él quien viene a llenar todos los espacios de nuestro corazón, nos restaura y nos regala una nueva vida, en su palabra dice: “Me mostrarás la senda de la vida; En tu presencia hay plenitud de gozo; Delicias a tu diestra para siempre”. (Salmo 16:11 RV)

En la soltería hay gozo, sin embargo dicho estado tiene fecha de término (cuando no posees el don de continencia), no obstante a ello, Dios en ninguna porción de las escrituras nos indica cuánto dura la soltería, ni a qué edad es obligación cambiar de soltera a casada, entonces ¿Qué harás con tus años de soltera?, ¿Dedicaras tu vida a encontrar el amor?, ¿Vivirás en función de tratar de que otro ser humano te complete?, ¿Observarás cómo avanza la vida frente a tus ojos, sintiendo lástima de ti por ser soltera?

Si tu respuesta es “SI” a todas o a algunas de estas preguntas, lamento decirte que vivirás una vida escasa y triste, NO disfrutarás el maravilloso regalo que es la soltería y luego cuando estés casada y mires atrás, veras como desperdiciaste tus años, años que jamás regresarán.

Quizás estás en tus quince, o en tus veinte o tal vez en tus treinta años, no importa, la cosa es que cual sea la edad que tengas, debes vivir plena, completa y feliz con el AMOR DE TU VIDA, JESUS, sí, él es el único y mayor amor que jamás tendrás, nunca ningún ser humano (pecador como tú y como yo), podrá completarte, menos hacerte feliz y darte vida abundante, esto solo lo encontrarás en Jesús.

Tengo 32 años y no me considero una experta en soltería, pero hasta ahora aún no me he casado, por lo tanto se lo que es esperar, negarse y guardar el corazón, por eso quiero animarte: ¡Sí se puede esperar en el Señor!

Amiga mía, te invito a que inviertas todo tu tiempo en conocer más íntimamente a Jesús, pases tiempo en oración, profundices en las escrituras, establezcas relaciones profundas y duraderas con mujeres piadosas que edifiquen tu vida, hagas amistades que te animen y lleven a Cristo, además invierte tu tiempo en estudiar, trabajar, realizar un viaje misionero, servir en algún ministerio, etc., Usa todos tus dones y talentos con los que Dios te equipó, gástate para Dios y verás como en su tiempo, él añadirá la bendición de un compañero (tu estarás completa y él estará completo), entonces juntos serán dinamita para el reino de Dios.

Deja de buscar una media naranja y se la mejor versión de ti misma que puedes ser, no esperes hasta mañana, comienza hoy.

“Todo está bien en su momento oportuno (Todo es hermoso en el tiempo de Dios).

Pero si bien Dios ha plantado la eternidad en el corazón de todo hombre y mujer, el ser humano es incapaz de una plena visión de la obra de Dios de principio a fin”. (Eclesiastés 3:11 NBV)

Por Elizabet Ana Cornejo Gajardo