¿Insegura yo? Sí… No… ¡Ay, no sé!
1 Corintios 1:27-29 “Pero Dios escogió lo insensato del mundo para avergonzar a los sabios, y escogió lo débil del mundo para avergonzar a los poderosos. También escogió Dios lo más bajo y despreciado, y lo que no es nada, para anular lo que es, a fin de que en su presencia nadie pueda jactarse”.
Algo que debemos saber es que, la opinión que tengamos de nosotras mismas afecta todas nuestras relaciones – con otras personas y con Dios – como también, nuestra relación con Él afecta nuestra vida de oración.
Podemos orar y orar repitiendo lo que dice la Palabra de Dios… Podemos usar las palabras correctas, pero aún así, nuestras oraciones no serán efectivas si tenemos un mal concepto de nosotras mismas.
Oramos… Sin embargo, no creemos que Dios quiera hacer por nosotros lo que le pedimos. Si tú eres de los que basas tu autoestima en los logros, el día que nadie te aplauda vas a desistir de llegar a la meta que te trazaste.
No podemos permitir que nuestras debilidades, fallas y fracasos afecten negativamente la opinión que tenemos de nosotras mismas. Un error lo puede cometer cualquiera pues “somos obras inconclusas”. Deberíamos tener un letrero colgado que diga: “Frágil… aún Dios está trabajando en mi”. Lo malo no es que te tropieces con una piedra, sino que te encariñes con el golpe y termines estancándote y abrazando esa piedra.
Desde pequeños aprendemos que mientras mejor hacemos las cosas, más amor recibimos. Muchas veces pensamos lo mismo acerca de nuestra relación con Dios. Nos auto maldecimos con la boca y nos etiquetamos diciendo: “¡Soy una bruta!”, “¡Ya no sirvo para nada!”, “Mi familia estaría mejor sin mí!”… ¿Se te hace familiar alguna de estas frases?
Lamentablemente, pensamos que estas son solo expresiones, que solo usamos para desquitarnos… Sin darnos cuenta que son pensamientos negativos, autocompasivos y pesimistas. Si bien la compasión es el más noble de los sentimientos, la autocompasión es el más innoble pues demuestra que uno no tiene carácter… Recuerda que la autocompasión es el “pobrecito yo” que te ata a la inseguridad.
Tenemos que aprender a amarnos a nosotros mismos. Un día en una iglesia dijeron: “Que pasen adelante todos lo que no sienten que sean suficientes.”. Lo suficientemente bonitas, inteligentes, trabajadoras, entre otros. ¿Y qué creen? El altar se llenó.
Todas tenemos belleza dentro de nosotras y por fuera también. Aprendamos a reconocer nuestras áreas débiles y fuertes. Si hablas mal de ti, hablas mal del Dios que te creó. Las dudas traen inseguridad y la inseguridad errores. Por otro lado, la fe trae seguridad y la seguridad trae convicción que Dios no comete errores. Él solo hace maravillas y TÚ eres una de ellas.
Debemos aprender a celebrar lo bueno. Si eres una de las personas que por superstición no cuenta lo bueno, estás dejando ante otros mal a Dios. ¿No sabes que eres un milagro de vida? Deja de pensar que si cuentas lo bueno, las cosas dejarán de resultar porque no es así, porque al hacerlo demuestras inseguridad en la bondad de Dios.
Deja de contar tus desgracias y comienza a contar tus bendiciones. ¡Cada vez que tengas éxito celébralo con alegría! Deja de preocuparte por lo que los demás piensen de ti, la única opinión que cuenta es la que Dios tenga de ti.
Recuerda que los pensamientos que tengas de ti es lo que proyectarás ante los demás. Lo que pienses TÚ de ti es como los demás te verán. La gente no confiará en ti, si tú no confías en ti mismo.
Los 10 espías que se enviaron en Misión Delta a la Tierra Prometida y dieron un mal reporte desagradaron tanto a Dios que se les cerraron las puertas VIP de la Tierra Prometida. Ellos dijeron: “Y éramos nosotros, a nuestro parecer como langostas, y así les parecíamos a ellos”.
¡Deja de interesarte por lo que PARECES y comienza a vivir lo que ERES! ¡Eres una hija de Dios, eres una princesa, eres una reina!
Dios pensó de ellos como unos guerreros que se los comerían como pan y ellos se veían como langostas arrastradas, por eso “no obtuvieron la Tierra Prometida”.
¿Cuántas tierras prometidas te haz perdido por pensar mal de ti misma y que no te mereces nada? ¡Basta de hundirte por vivir anclada a la inseguridad!
No vivas comparándote con nadie, ni trates de parecerte a otro porque eso te hará infeliz.
Gálatas 1:10 “¿Pues busco ahora el favor de los hombres o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres no sería siervo de Cristo”
¡Dios te hizo única y eso es lo que vale! ¡Quiérete más y podrás querer más a los demás!
Juan 21:20-22 “Volviéndose Pedro, vio que les seguía el discípulo a quien amaba Jesús, el mismo que en la cena se había recostado al lado de él, y le había dicho: Señor, ¿quién es el que te ha de entregar? Cuando Pedro le vio, dijo a Jesús: Señor, ¿y qué de éste? Jesús le dijo: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti? Sígueme tú”
¡Qué lindo, Jesús! Me encanta como le responde al sanguíneo de Pedro: “¿A ti qué? ¿Qué tienes que ver tú con Él? Tú eres tú y Él es mi amado”. En otras palabras, no te compares con nada ni con nadie.
Enfócate en ti y tu potencial y no en tus limitaciones. ¡Hay un tesoro en tu interior que fue depositado por el Espíritu Santo!
1 Corintios 12:11 “Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere”
Ten la valentía de ser diferente y Dios hará de ti lo que tú fuiste llamado a ser desde un principio.
- Posted by Planeta Girl
- On septiembre 4, 2017
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