Una temática común en el cine es el afán de las mujeres por equilibrar su vida profesional con la romántica. Una de ellas lleva por nombre incluso “¿Como lo hace?”, cuya trama  gira en torno a la ya conocida súper mujer de la  gran ciudad, con un trabajo exitoso y una familia, cuando sucede un pequeño cambio en su rutina que desbarata todo.

Al leer Proverbios 31 abruma la cantidad de talento que esta mujer parece tener. Ella cose, prepara, administra, negocia, se esfuerza y su luz no se apaga mientras su familia duerme tranquila. Este es el modelo de mujer cristiana que vemos como perfecta y excelente.

Como mujeres muchas veces asumimos responsabilidades que no nos corresponden  “porque alguien debe hacerlo”. Pero en el hermoso libro de Sheri Rose Shepherd, “Cartas a Su princesa”, en una de estas cartas dice: “YO NO TE LLAMÉ A SER TODO PARA TODOS”.

Uno de los problemas actuales de las mujeres alrededor del mundo es el cansancio, el estrés y la frustración por no ser suficiente para hacerlo todo. Tenemos la capacidad de hacer tantas cosas, pero no se supone que las hagamos.

No tiene nada de malo que queramos cumplir con nuestras responsabilidades con los estudios, con el ministerio y las relaciones interpersonales y con Dios. Pero al decir que sí a cada evento, tarea o ayuda que se nos pide estamos comprometiendo nuestro tiempo, energía y a veces salud, ya que a veces implica que no descansemos lo suficiente o no nos demos tiempo de cuidarnos. Terminamos descuidando algo.

Nuestra vara de medir siempre debe ser que Dios sea nuestro primer lugar, ya que Él nos ayudará a mantener nuestro calendario enfocado y nuestras fuerzas bien distribuidas. Cuando él está en primer lugar todo lo demás se alinea. Y si algo no lo hace, probablemente no debe estar ni en nuestro calendario ni en nuestras vidas.

Enfócate en hacer aquello para lo que Dios te creó, eso por lo que estás en la tierra en este tiempo. Recuerda que una vida ocupada no siempre significa una vida productiva.

Maria José Torales Martinez