Un encuentro que transforma vidas
¡Que den gracias al Señor por su gran amor, por sus maravillosas obras que ha hecho para su bien! porque él satisface al sediento y llena de bien al hambriento. Salmo 107:8-9 NBV
Pienso en todo lo que Jesús hizo cuando estuvo en la tierra, no dio ningún paso en falso, Él tuvo un propósito para todo, caminó con amor, bondad, misericordia, para mostrarle el camino a quien estaba perdido y sin una razón de ser.
Él fue quien satisfizo el hambre y la sed de muchos, podemos ver en la palabra que todas las veces en que el pueblo clamaba a Dios cuando estaban en crisis, Dios los llevó a un lugar donde pudieran habitar, les proveía de alimento y les daba de beber.
Este salmo denota gratitud, alabanza por la misericordia de Dios, por todo lo que Él a hecho para nuestro bien, y porque hasta el alma más sedienta y hambrienta puede encontrar satisfacción.
Pienso en el tiempo en que Dios salió a mi encuentro, yo estaba sin rumbo en mi vida, sin esperanza, con mi corazón vacío, había un hambre y una sed interior que no se llenaba con nada, estaba vacía, había una gran necesidad de Dios en mí.
Su infinita misericordia me envolvió, su bondad me llevó a arrepentirme, y su dulzura me acercó a Él, sus cuerdas de amor cayeron sobre mí, mi interior encontró vida, mi esperanza se renovó, el Señor me redimió.
Una de tantas cosas que amo de Dios es que Él mira de manera totalmente distinta a como nosotras miramos, nuestra mirada es tan limitada y simple, pero Él ve más allá, nosotras miramos con ojos acusadores, Dios nos mira con amor y bondad, Él es tan maravilloso, tan perfecto.
Hubo una mujer que podríamos decir que no era un modelo de virtudes, tampoco era muy recatada, y probablemente sería ese tipo de persona que a nuestros ojos procuraríamos evitar si asistiera a nuestra congregación, por sólo saber que su historial menciona cinco maridos.
Sin embargo, Dios en su infinita providencia, dirige las cosas para que esta mujer que no tenía buen testimonio, fuera al pozo y se encontrara con Jesús. En un horario que todos evitaban porque hacía mucho calor, esta mujer va en busca de agua, prefería soportar ese clima caliente, a tener que encontrarse con las personas que la miraran desde lejos y hablaran mal de ella.
Y Jesús estaba ahí en el pozo y comienza a entablar una conversación con ella para llegar a lo profundo de su corazón, Él conectó su necesidad física de agua con esa necesidad espiritual de lo único que podía satisfacer los anhelos más profundos de su corazón: esa agua viva que sólo Él podía ofrecer.
Esas palabras amorosas y bondadosas que salieron de la boca de Jesús perforaron esa alma sedienta y hambrienta: “Cualquiera que beba de esta agua volverá a tener sed, 14 pero el que beba del agua que yo le dé, no volverá a tener sed jamás, porque dentro de él esa agua se convertirá en un manantial del que brotará vida eterna”. (Juan 4:13-15 NBV)
En el interior de aquella mujer se produjo ese deseo de saber que Jesús hablaba de algo más que de agua, creo que su alma estaba clamando para ser saciada, este encuentro con este hombre desconocido le hizo darse cuenta de su sed. Jesús miró lo profundo de su ser y vio que había un espíritu herido y le dijo: “ve llama a tu esposo y vuelve”, en ese momento ella se debe haber llenado de vergüenza, pero fue sincera, “no tengo esposo” respondió, “Bien has dicho que no tienes esposo, has tenido cinco, y el que ahora tienes no es tu esposo”.
Ella no vio condena en las palabras y mirada de Jesús, Él la miró de manera totalmente distinta a como ella se miraba, Él sabía de su pecado, pero no se alejó ni retrocedió para distanciarse de ella. Jesús fue directo a su corazón hablándole sobre sus relaciones pasadas y sobre su vida en el presente, no para condenarla, ni para hacerla sentir culpable ni avergonzada, Él fue directo a su corazón, para ganarlo, cautivarlo y para abrirlo a la verdad, llevarla a esa respuesta que ella necesitaba, la llevó a la redención.
Querida amiga, Dios mira más allá que nuestros pecados y fracasos, Él nos ve con amor, es el único que puede ver nuestras necesidades más profundas, aquellas que nadie puede ver, Él nos ve y nos ama, nos valora, nos restaura y nos limpia.
Él nos ve, como nadie nos ve, y quiere satisfacer las necesidades de todas aquellas vidas que están sedientas.
Dios nos invita a vivir una vida en libertad y sin ataduras, si todavía sientes que cargas con la vergüenza y la culpa por los pecados, errores y fracasos del pasado, deja que la palabra de Dios llene y lave tu corazón, y que su perdón amoroso invada tu mente llenándola de la verdad.
Dios hoy te invita a beber de esa agua viva que calma toda sed.
Por Karen Quiroz
- Posted by Planeta Girl
- On diciembre 2, 2019
- 1 Comments
1 Comments